Cuando empecé a meditar en agosto de 2024, mis primeras sesiones fueron bastante modestas: sólo cinco minutos al día. Sinceramente, no tenía grandes expectativas; mi única intención era encontrar momentos de paz en medio del caos cotidiano.
En realidad, el hecho de ser sorda me facilitaba un poco la tarea de aquietar la mente, ya que no tenía sonidos externos que me distrajeran. Irónicamente, el reto se convirtió en distracción visual. Incluso con las cortinas cerradas, seguía entrando una tenue cantidad de luz diurna en la habitación y, con los ojos cerrados, podía percibir destellos de luz externa a través de los párpados. Para solucionarlo, empecé a cubrirme suavemente los ojos con una toalla fina y suave, creando una oscuridad total. Este pequeño ajuste se convirtió en un importante paso adelante en mi práctica de la meditación.
En octubre de 2024, cuando apenas llevaba unos meses meditando a diario, ocurrió algo realmente inesperado. Una tarde, a los cinco minutos de meditar, perdí completamente la conciencia de mi cuerpo físico, como si ya no lo tuviera. En ese profundo estado de calma, sentí de repente un cambio sutil pero claro en mi cabeza, que me empujaba suavemente hacia atrás. Entonces vi claramente cómo se formaba un túnel, que se movía lenta y suavemente, pero con una intensidad innegable. Era una visión profundamente envolvente, que se desarrollaba silenciosamente en suaves tonos grises y negros.
Los elementos visuales de este vídeo (o imagen) son similares a lo que experimenté durante mi meditación, pero no exactamente iguales. Mi experiencia real fue más lenta, más suave, más oscura y menos brillante. Dado que los efectos visuales de la meditación interior pueden ser sutiles y, en última instancia, difíciles de describir con precisión, comparto esto sólo para darte una idea general de la sensación y el efecto visual que experimenté.
Naturalmente, mi corazón se aceleró. Como nunca había experimentado nada ni remotamente parecido, terminé rápidamente mi sesión de meditación, sintiéndome a la vez fascinada y cautelosa.
Decidida, volví al día siguiente y repetí mi rutina. Esta vez me relajé por completo y me entregué a la suave pero poderosa sensación y a la experiencia visual. Cuando mi corazón empezó a acelerarse, respiré hondo, calmándome poco a poco, sesión a sesión, hasta que me resultó familiar.

Esta imagen capta la esencia de los visuales suaves y eléctricos que experimenté: crepitaban lentamente y se movían de forma fluida y orgánica durante mi meditación. No es una representación exacta, sino que simplemente pretende dar una idea de lo que observé.
Al cabo de unos días, se produjo otro cambio notable. Tras la suave experiencia del túnel, aparecieron por primera vez colores sutiles pero vivos: flujos suaves y eléctricos en tonos grises, negros, blancos y azules, entrelazados con vibrantes verdes neón y rojos anaranjados apagados. Estas imágenes parecían nubes nebulosas que flotaban y fluían suavemente en un espacio interno infinito.
De nuevo, mi corazón se aceleró ante la novedad de todo aquello. Sintiéndome insegura, terminé mi meditación prematuramente una vez más. Sin embargo, con paciencia y práctica constante, poco a poco me fui sintiendo cómoda y aprendí a abrazar suavemente estas imágenes interiores.
Cuando compartí esta experiencia con mi compañero, se quedó realmente sorprendido. Procedente de Myanmar, la meditación es culturalmente común allí: su madre y prácticamente todas las personas que conoce meditan a diario. Expresó su asombro por la rapidez con la que mi práctica de la meditación había evolucionado en tan sólo unos meses, en comparación con muchas personas que meditan diligentemente durante años sin tener experiencias similares.
Reflexionando ahora, esas primeras imágenes marcaron el verdadero comienzo de mi viaje más profundo. Me mostraron que la meditación no es una mera relajación, sino una puerta a mundos interiores profundos que esperan pacientemente a ser explorados.
Si estás al principio de tu propio viaje de meditación y te encuentras con sensaciones o visiones inesperadas, es totalmente normal que al principio te sientas sorprendido o incluso escéptico. Mi consejo es que no persigas estas experiencias o visiones. En lugar de eso, mantente paciente, curioso y abierto, permitiendo que tu viaje único se desarrolle de forma natural, a su propio ritmo.